Claudia Sheinbaum , científica climática ganadora del Premio Nobel, se convertirá en la primera mujer presidenta de México después de obtener una victoria electoral aplastante y prometer continuar el trabajo de su mentor y líder saliente Andrés Manuel López Obrador.
Al aceptar su victoria, Sheinbaum agradeció a López Obrador y lo calificó como «un hombre excepcional y único que ha transformado a México para mejor».
López Obrador duplicó el salario mínimo, redujo la pobreza y supervisó un fortalecimiento del peso y bajos niveles de desempleo, éxitos que lo hicieron increíblemente popular y ayudaron a Sheinbaum a alcanzar la victoria. Pero los analistas creen que a Sheinbaum le resultará difícil seguir sus pasos.
«¡Hicimos historia!» Sheinbaum dijo a una multitud la madrugada del lunes en la plaza Zócalo en el corazón de la Ciudad de México.
Claudia Sheinbaum Pardo será la presidenta de un país que, según el Censo de Población y Vivienda de 2020, tiene 126.014.024 habitantes, de los cuales 64.540.634 son mujeres y 61.473.390 son hombres. Aunque parezca claro que será la presidenta de todos y todas, es importante reiterarlo cuando comiencen las exigencias (que las habrá) sobre sus resultados, sus desaciertos y su falta de acción por la causa de las mujeres.
Hay que tener presente que las mujeres en estos puestos son evaluadas más duramente que los hombres y en materia de igualdad, cuando la incorporan a sus agendas, hacen lo que pueden teniendo en cuenta las barreras –institucionales, culturales, incluso de sus propios aliados de los partidos políticos– que se les presentan y que limitan sus objetivos.
Se espera que las mujeres que asumen la presidencia de un país establezcan medidas a favor de la igualdad en mayor proporción de lo que se les exige a los presidentes, como si estos últimos no tuvieran el mismo compromiso con la ciudadanía y no estuvieran tan obligados como las primeras a establecer mecanismos para el avance de las mujeres.
Cabe destacar que, si bien es cierto que una mujer en este puesto es un referente para las otras, su llegada no implica necesariamente que se establecerán medidas a favor de la igualdad o se implementará una agenda pro-mujer. Durante la campaña presidencial mexicana, distintas voces de los movimientos de mujeres y feministas expresaron que únicamente con la presencia de una mujer en la presidencia no se aseguraba la implementación de la agenda feminista.