Por más de tres décadas, María del Socorro Teherán y su hijo, Fraidis Alfonso Mercado, soñaron con volver a caminar por las calles de su tierra en el corregimiento El Tomate, en San Pedro de Urabá.

Fueron 32 años de acecho, marcados por el recuerdo de noches de miedo, escondidos entre el monte para evitar la violencia que los obligó a huir. Corría el año 1991 cuando la guerra los expulsó. El paramilitarismo marchaba  por la región y la vida en su finca se volvió insostenible. Se alejaron con el dolor de dejar atrás 15 hectáreas y 5.954 metros cuadrados de suelo fértil, donde antes cultivaban su futuro. No sabían si algún día volverían.

Pero, el tan soñado día llegó. En las instalaciones de la Dirección Territorial en Apartadó, la Unidad de Restitución de Tierras les entregó los documentos que los reconocían nuevamente como dueños de su parcela.

Fraidis Alfonso sostenía los papeles con firmeza, como si abrazara y escribiera de nuevo la historia de su familia.

«Muy agradecido con Dios por habernos dado la oportunidad y el logro de que restitución de tierras nos diera la entrega simbólica de nuestra parcela», expresó con la voz entrecortada. Era un triunfo no solo para ellos, sino para los miles de familias que, como la suya, siguen esperando justicia.

El retorno no es solo simbólico. Además de recuperar la tierra, la familia contará con un proyecto productivo agropecuario que les permitirá rehacer su vida en el campo. También recibirán apoyo para vivienda, salud y educación.

Como ellos, más de 2.000 personas en Urabá y el Darién han visto regresar lo que un día les arrebataron. Ya son más de 16.000 hectáreas restituidas en la región, en un esfuerzo por sanar las heridas de un conflicto que se llevó demasiado.

Pero para la familia Mercado Teherán, lo más importante no son los números. Es la certeza de que, después de 32 años, su historia vuelve a escribirse en la tierra que nunca dejaron de llamar hogar.