En la frontera entre Colombia y Panamá se ha identificado un cambio en la dinámica migratoria, con un creciente flujo de migrantes que retornan al sur del continente. Este fenómeno, denominado «flujo migratorio inverso» por las autoridades panameñas, se ha intensificado tras el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos.
El municipio de Necoclí, Antioquia, está recibiendo diariamente entre 40 y 50 migrantes que regresan de su travesía por el Darién. En su mayoría, son ciudadanos venezolanos que, al no encontrar estabilidad en el país norteamericano, han decidido retornar a Sudamérica. Algunos continúan su viaje hacia Venezuela, mientras que otros se dirigen a Ecuador, Perú o Chile, donde previamente obtuvieron permisos de trabajo.
Las autoridades panameñas han advertido sobre los riesgos de este retorno, ya que muchos migrantes están utilizando embarcaciones clandestinas para cruzar la frontera. Un trágico ejemplo ocurrió el 22 de febrero, cuando una lancha con 21 personas naufragó en la comarca Guna Yala, dejando como saldo la muerte de una menor venezolana de 8 años.
En Acandí, Chocó, también se ha detectado el ingreso de migrantes provenientes de Panamá, quienes tras arribar a Capurganá continúan su camino hacia Necoclí o Turbo. El personero del municipio, Karin Arriaga, ha expresado preocupación por la falta de infraestructura para atender un eventual represamiento de migrantes en la región.
A pesar de la creciente llegada de retornados, la situación en Urabá aún no ha alcanzado un punto crítico, aunque las autoridades locales mantienen las alertas activas. La dinámica migratoria sigue en constante evolución, y la región se prepara para afrontar los desafíos que pueda traer este fenómeno.