Ayer sábado 31 de agosto, se cumplió el plazo fijado por el Gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, para recaudar un billón de pesos a través de una iniciativa de «vaca» destinada a cubrir los sobrecostos del túnel del Toyo y sus obras complementarias. El balance, después de 162 días de promesas y anuncios, es desalentador: solo se recaudaron alrededor de 5.500 millones de pesos, menos del 1% de la meta propuesta. Este fiasco no es solo un fracaso de recaudación, sino también un reflejo de la erosión de la confianza en el liderazgo local.

Desde su lanzamiento el 22 de marzo, la vaca fue presentada con gran entusiasmo, como una solución mágica para los sobrecostos de la obra. Sin embargo, la realidad fue mucho más dura. La falta de credibilidad en la iniciativa creció a medida que los días pasaban, y con ella, la desconfianza en el Gobernador. La pregunta clave que muchos antioqueños se hicieron fue: ¿en qué se destinarían estos fondos? La respuesta resultó ser aún más desconcertante.

La razón detrás de la vaca no es otra que cubrir los sobrecostos del proyecto, que ascienden a más de 650 mil millones de pesos, una cifra que representa más del 35% del valor total del proyecto. Este sobrecosto, en gran parte atribuido a una supervisión deficiente por parte de la Gobernación de Antioquia, deja en evidencia una falta de control y planificación en el manejo del proyecto. El papel de la Gobernación como supervisora ha sido cuestionado repetidamente, y los antioqueños tienen razones válidas para exigir respuestas.

El Gobernador justificó la vaca señalando la falta de financiación por parte del gobierno nacional. Pero esta afirmación resulta ser falsa. Hasta la fecha, el gobierno ha girado 1.1 billones de pesos, cumpliendo con el Convenio Interadministrativo No. 2014-AS-20-0037. Además, el gobierno nacional ha autorizado la disposición de más de 350.000 millones adicionales de los futuros peajes de la vía y tiene previsto destinar 329.000 millones para 2025. Este respaldo financiero demuestra que la justificación del Gobernador para la vaca carecía de fundamento.

La iniciativa de recaudar fondos mediante una vaca no solo expone una falta de planificación y gestión, sino también una desconexión preocupante entre la administración y las necesidades reales de la población. La promesa de austeridad por parte del Gobernador, que se tradujo en la eliminación de secretarías clave como las de Cultura, Juventud y Mujeres, se presenta ahora en contraste con la realidad de un proyecto mal gestionado que ha costado caro y que ha dejado a los antioqueños con la sensación de haber sido engañados.

Este fiasco debe servir como una lección para el futuro: la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales en la gestión de proyectos públicos. Los antioqueños han demostrado su disposición para apoyar causas valiosas, pero no están dispuestos a ser utilizados como un parche para resolver problemas de mala gestión. La verdadera responsabilidad recae en quienes tienen la obligación de garantizar que los recursos se manejen de manera eficiente y que los proyectos se completen sin desviaciones innecesarias.

Es hora de que el Gobernador y su administración asuman la responsabilidad y expliquen con claridad cómo se solucionarán estos sobrecostos. Mientras tanto, la comunidad merece respuestas y una gestión más transparente y efectiva para el futuro.

 

Por:

Cristian Salas

Periodista