La incertidumbre se apodera del Urabá antioqueño tras el sorpresivo cierre de la oficina de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Apartadó, una sede clave que durante más de 25 años brindó atención humanitaria a miles de personas refugiadas, desplazadas y migrantes que transitan por esta estratégica región fronteriza.
La decisión, confirmada por la jefatura regional de la ACNUR en el noroccidente colombiano, obedece a recortes presupuestales internacionales que han obligado al Sistema de Naciones Unidas a reducir su presencia en terreno. De 18 funcionarios que operaban desde Apartadó, solo quedarán 4 en la unidad del municipio de Necoclí, epicentro del tránsito migratorio hacia el Tapón del Darién.
“Nos hemos visto en la condición de tener que cerrar una oficina histórica que cubría toda la región de Urabá, una zona con profundas necesidades de protección y atención humanitaria”, afirmó Elisa Carlaccini, jefa de la oficina noroccidental de ACNUR, señalando que entre 2018 y 2024 se atendieron más de 300.000 personas en esta sede.
Además de migrantes internacionales, esta oficina venía desempeñando un papel crucial en la protección de víctimas del conflicto armado y el desplazamiento forzado, problemáticas persistentes en esta región del país, duramente golpeada por la violencia y las economías ilegales.
El cierre representa un duro golpe para las comunidades más vulnerables, al dejar un vacío significativo en la capacidad de respuesta institucional y en la garantía de derechos fundamentales para quienes huyen o atraviesan Urabá en condiciones extremas.
Ante este escenario, Carlaccini hizo un llamado urgente a la comunidad internacional, a países donantes y al sector privado para fortalecer los fondos que permitan continuar con esta misión humanitaria en Colombia, país que actualmente alberga a cerca de 10 millones de personas refugiadas o desplazadas.
“Es fundamental que no retrocedamos. Hoy más que nunca, estas poblaciones necesitan nuestra presencia”, sentenció la representante de la ACNUR, al advertir que las consecuencias de este retiro podrían sentirse muy pronto en una región que continúa siendo ruta de paso y destino para quienes huyen de la crisis humanitaria en América Latina.