Justicia Ancestral Afrocolombiana
Pasos seguros para conseguir su reconocimiento
Entrevista con el Ekobio Neil Quejada Mena*

Con el propósito de poner en la agenda tanto de medios como de la sociedad el tema de la justicia ancestral, entrevistamos a dos líderes de connotada participación en las acciones de reconocimiento, el padre Neil Quejada y la profesora de cátedra de etnoeducación afrocolombiana Tomasa Medrano. Publicamos una de esas entrevistas, y en lo sucesivo seguiremos los pasos a este y otros temas de justicia. Esta acción de Río Abajo, cultura y comunicaciones, se hace en el marco del proyecto Miradas de Justicia, que auspicia USAID, y con el que se busca fortalecer a los colectivos de comunicaciones en temas de justicia. Por eso nos interesamos en los avances y la agenda que conducirá al país a tener una Justicia Ancestral Afrocolombiana, que reconozca a los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros en sus aspectos culturales.

Río Abajo, en adelante RA: Para el caso de las gestiones de la justicia ancestral afrocolombiana, es indudable que el caso de la Justicia especial indígena es un ejemplo a seguir, al menos desde la perspectiva legislativa, del reconocimiento estatal y de la apropiación misma de los pueblos. ¿Qué sabemos del estado de la relación entre justicia indígena y justicia estatal que nos sirva como aliento para perseverar en relación con el reconocimiento de una justicia especial para los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros, que por abreviatura podemos llamar NARP en adelante en esta entrevista?

Padre Neil Quejada, en adelante NQ: La justicia ancestral es un mecanismo por medio del cual los pueblos ancestrales solucionan sus temas de convivencia, del estar y el ser como territorios, bien sea indígena, afro, raizales o palenqueros. En el caso colombiano, la Constitución reconoce dos justicia especiales: el artículo 246 reconoce la Justicia Especial Indígena, también está la Justicia Especial para la Paz, la pero los pueblos afros no aparecen reconocidos allí, bien sea por interpretación, porque más adelante la OIT dice que los pueblos afro son tribales, y la misma Corte Suprema de Justicia dice que son pueblos ancestrales y tribales, entonces deben interpretarse como también herederos de esa justicia especial y ancestral, y a la larga no se ha efectuado. Entonces lo que se ha hecho de cierta forma en Colombia es que se ha reconocido a la población indígena y a su justicia ancestral, que eso involucra todas sus cosmovisiones y sus formas de ser que no son un solo pueblo, sino pueblos diferenciados, porque cada grupo étnico e indígena tiene sus ancestralidades, aunque haya unas líneas que los articulan, pero evidentemente hay una variedad y una riqueza importante, en el momento está reconocido, pero poco aplicado, porque aparte de cinco pueblos, por ejemplo lo que cuenta la Opiac, la Orewa, la Onit, es que es un proceso largo de reconocimiento y de implementación , porque implica también financiación, reconocimiento estratégico, el respeto de la justicia ordinaria por parte de la existencia de estos pueblos y su mecanismos de armonización. Al momento hay alrededor de unos diez pueblos indígenas que están avanzados en su proceso, pueblos Naza, los Guambianos, los Cogui, los Uitotos, los Emberá (los tres pueblos Emberas), pero estamos hablando de más de 80 pueblos. Todavía estamos muy atrasados en la implementación de la Justicia Especial Indígena en los territorios tanto para el reconocimiento de la justicia ordinaria respetando a las otras justicia, como en el ejercicio de la aplicación. Porque a veces no hay las herramientas para que los pueblos indígenas puedan vivir desde su territorio y como territorio, por las violencia y muchas vulneraciones que se les realizan.

En el caso de la población afro también la justicia ancestral existe, sin embargo no ha sido reconocida jurídicamente, estamos en vía de sistematización de ese tipo de procesos, probándole al Ministerio de Justicia que los mecanismos de solución de conflictos desde la armonización en los territorios afrocolombianos raizales y palenqueros, específicamente en los consejos comunitarios, son justicia ancestral, y que son válidos desde la OIT, hemos hecho alrededor de diez cartillas, hemos hecho cursos de formación, trabajos de campo, hemos conversado con los y las magistradas. Estamos en ello. Hemos hecho varios foros nacionales e internacionales sobre el asunto, pero todavía no ha sido reconocida una justicia ancestral afrocolombiana.

RA: Somos conscientes de la necesidad de reconocimiento de la naturaleza pluricultural de nuestras sociedades colombianas y, por tanto, la inclusión de derechos a la identidad cultural, el reconocimiento de derechos colectivos a los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros y también el reconocimiento del pluralismo jurídico, es decir, la validez de otros sistemas jurídicos distintos al estatal, pero surge la pregunta: ¿hay una tradición de elementos de justicia entre los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros? La pregunta se hace en el contexto de que los pueblos indígenas han tenido tradición en las formas de aplicación de justicia, en tanto que el caso de los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros casi o sin casi fue borrado por completo en el tiempo de la esclavización. La cuestión se amplía si nos demandamos por si tenemos nosotros una tradición de elementos de justicia propios de pueblos ancestrales, o estas tradiciones de justicia de pueblos ancestrales vienen de 300, 400 años que se dan acciones de resistencia y liberación como el cimarronaje.

NQ: Tanto los procesos de cimarronaje, como los rochelas y los otros procesos de capitanía que se dieron en el sur, en el Putumayo y parte de Nariño, son expresiones de mecanismos de sociedades propias: Con esos elementos ocurre lo que ocurre con el tambor, aunque no se trajo el tambor hecho, acá se reinventó, entonces hemos encontrado, tanto en las capitanías del Putumayo, como en los procesos de los más de 27 palenques que hay en Colombia y en los consejos comunitarios, unos mecanismos por medio de los cuales el pueblo soluciona sus problemas basándose en tres pilares: primero, el reconocimiento de unas autoridades ancestrales que no son nombradas ni reconocidas; segundo, un proceso mediante el cual se intenta salvar la verdad, y tercero, el fin de la justicia no es lo punitivo, lo que se quiere es la armonización. Tenemos unos procesos clave que ayudan a dignificar a la víctima y armonización del victimario, y de ese modo salvar el territorio.

[…En cuanto a las tradiciones de justicia] no creo que se hayan perdido, lo que creo es que hubo un camuflaje como sucedió con la visibilidad de los Orishas en vez de decir Orunla, dicen San Francisco, y allí estamos con las fiestas desde 1648. Le preguntas a las personas hoy y no saben quién es Orunla, pero sí saben quién es San Pacho. Entonces detrás de todos estos mecanismos de camuflaje para sobrevivir, hacer vivir y pervivir la espiritualidad propia ancestral afro, están todos estos mecanismos de liberaciones y caminadas emancipatorias que están en las tradiciones y específicamente en las espiritualidades propias.

Una frase que nosotros acá pronúncianos, por ejemplo la frase “La mano cambiada”, palabras como “La juntanza”, “hermanamiento”, son tradiciones ancestrales como tal. Todo esto genera un código de vida, y de esa manera no solo vivimos en un territorio, sino que el territorio tiene un valor más allá de lo geográfico, un valor histórico y espiritual, porque incluso en las narrativas que hemos encontrado hay castigos o mecanismos de control que han aplicado a personas que han cortado árboles en lugares donde no se deben cortar. Hay también un mecanismo para cuidar la selva, para protegerse en el monte, para liberar a los peces menores en tamaño, para respetar a los peces más grandes, hay todo un mecanismo de apropiación y desarrollo territorial, que manifiesta que evidentemente descubrimos el Ubuntu, que es una ética africana, el Magara, palabra también africana, sobre todo de la Costa de Oro. Hay otros elementos en los que descubrimos todas esas huellas del Muntu acá en las Américas, desde experiencias de la navegación, de las olas del coco, el meollo de la protección de la vida que viene del coco… Yo no entendía por qué antes de entrar al monte, o de hacer alguna actividad, se cortaba un coco viche y se le botaba un poco de agua. Luego me dijeron que se hacía para darle a los ancestros, por que como diría Zapata Olivella: “Ellos han estado navegando dentro y al lado de los barcos y en las caminadas y andanzas de nuestros pueblos”.

RA: Toda innovación tiene en principio o el rechazo o el beneficio del encanto de la novedad y la sorpresa, y en el caso de la justicia de los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros, el caso de Colombia tiene de alguna manera ese carácter ese doble carácter porque le tememos a sus potencialidades y paradójicamente nos deslumbra la idea. ¿Qué otras experiencias de sistemas jurídicos propios diferenciales en relación con los pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros conocemos por ejemplo en América Latina -salvando, por supuesto casos antillanos que pueden tener sistemas con enfoque étnico negro o afrodescendiente, dada su característica de poblamiento?

NQ: En La Saya en Bolivia, nos encontramos con una delegación de Potosí, y en medio de la festividad nos dispusimos a indagar sobre el origen de la saya, y que era un elemento afro en Bolivia y nos hablaron de la historia de Bonifacio, que era un rey africano que habían traído capturado, y que sus súbditos trabajaban el triple para que no lo esclavizaron a él, a quien tuvieron por un gran consejero. Uno de esos herederos es todavía rey y el Estado Pluriétnico de Naciones, Plurinacional de Bolivia le concedió al pueblo afro allí un reconocimiento como Estado Afro, y tienen su propia legislación, su rey y su mecanismos y su interlocución con el Estado Mayor en La paz, a través del rey Bonifacio IV.

Así mismo otras experiencias en Brasil, con las quilombolas, también en Palenque de San Basilio en Colombia. Históricamente se conoce el reconocimiento que tuvo La Gran Revuelta para la gran provincia del Chocó, que es se dio en Tadó, con Barule. Se habla mucho del palenque de San Basilio, pero este era más pequeño que el de Tadó, e incluso que el de Uré, que también tuvieron una revuelta interesante. Tenían formas propias que fueron reconocidas por la Corona. En el sur de Colombia hubo un proceso distinto pero también fueron reconocidos: los llamados enclaves negreros de las capitanías, donde ellos tenían su grupo de personas negras, tenían su legislación propia y eran reconocidos por los españoles. Un caso de antecedentes muy interesantes en el norte del Cauca.

RA: A propósito del Cauca, ¿Ligado al reconocimiento de la minería ancestral hay algún reconocimiento de derechos diferenciales o de manera de aplicación de la justicia particular?

NQ: Nosotros ligamos el tema de la justicia no solamente en el ámbito jurídico sino también en el ámbito de las tradiciones propias. Por ejemplo, en la década 2010 hacia acá se dio el reconocimiento de salvaguardas culturales a través del Ministerio de Cultura, de algunas tradiciones nuestras como el Compadrazgo, que es una tradición para resolver problemas: buscaban al padrino, el compadre o la comadre para solucionar el problema. Patrimonio Nacional también reconoció en el Valle La Ombligada, la forma de enterrar a los muertos, el Lumbalú en el caso de San basilio de Palenque, el seresesé.

RA: Cerramos esta charla con una indagación por el punto en el que están las actividades tendientes a la emisión de legislación secundaria que regule los mecanismos por los cuales la jurisdicción de pueblos negros, afrodescendientes, raizales y palenqueros se relacionará con la jurisdicción ordinaria estatal colombiana. ¿Hay verdaderamente una agenda en este sentido? Lo digo en relación con el tiempo y los componentes que deberá tener una justicia especial de estas características. ¿Más allá de la puja que hay desde los liderazgos regionales, hay alguien en el órgano del poder legislativo que esté trabajando por sacar adelante la agenda de esta justicia ancestral?

NQ: Sí, estamos haciendo unos trabajos muy serios con cuatro universidades: la Universidad de Los Andes, la Universidad del Valle, la universidad Claretiana y la Universidad de Buenaventura. Son con quienes tengo más cercanía, y estamos haciendo una estrategia de litigio, e incluso con los consejos comunitarios de siete departamentos, llevamos trabajando tres años el tema del litigio estratégico y aquí fundamos en Urabá la primera Escuela de Justicia Ancestral Afro. Ya vamos en el cuarto módulo, se está haciendo virtual desde la página del Cepac Urabá, que acompaña la Tonga, 40 organizaciones afro de la zona del Darién y Urabá, y el punto clave es que hemos estado haciendo unos intentos para interpretar el artículo 246. Por ejemplo, uno de ellos fue cuando se presentó la tutela en favor de que los pueblos afros no participaran en el servicio militar obligatorio. Al principio se negó, y posteriormente lo aprobaron diciendo que no es constitucional. Así como existe la ley para proteger las culturas ancestrales indígenas, también deben existir para los pueblos afros, que han sido igual masacrados históricamente, además de que está en una situación de postración social, en desequilibrio y desigualdad con el resto de la población colombiana, entonces se pudo ir trabajando en eso, esa tutela se ganó.

Hay otra por ejemplo que tiene que ver con la Etnoeducación. Los pueblos afros necesitamos una educación apropiada y propia. Entonces se ha dado pasos, por ejemplo el PEC (Proyecto Educativo Comunitario) de Champalanca fue acogido por el Ministerio de Educación Nacional en el periodo pasado, y fue propuesta para todo el Pacifico, una propuesta etnoeducativa afro; también en Nariño fue reconocida.
Hay más reconocimientos. Por ejemplo, el viche, que fue reconocido como patrimonio nacional y también como propio del pueblo Afro, que se usa no solo como bebida alcohólica, sino que de él sacamos remedios y es también una bebida para rituales. Entonces sí ha habido unos pasos importantes , también acercamiento directamente con el Ministerio de Justicia.

En este mes va a haber un encuentro con consejos comunitarios en estas zonas de Darién y Urabá para abordar los avances de la justicia ancestral afro, y va a estar el Ministerio de Justicia, también va a estar auspiciado por USAID, que nos ha acompañado bastante y algunos otros colectivos jurídicos como Ilex, que es una institución muy potente a nivel jurídico en Colombia. Es un bufet de abogadas afro, que han venido haciendo un trabajo muy interesante, que ha sido de ayuda en el avance.
En otro aspecto también el observatorio de derechos humanos afrocolombianos, que está coordinando la gestión en la Universidad de Los Andes, y la Escuela de Justicia Lara Bonilla, que hizo un convenio con la Universidad Claretiana para articular en el proceso un programa de justicia en la Facultad de Derecho; entonces, en estos momentos la Universidad está ofreciendo un pregrado en derechos étnicos, es el único que se está haciendo en el país y es auspiciado por parte de estas investigaciones que hemos estado realizando, porque parte de la Universidad ha estado también cercana a este proceso. Nace incluso como una síntesis del proceso de Pastoral afro e indígena en el Chocó, y de allí sale lo que llaman la Universidad Claretiana.

Otro aspecto también importante son las publicaciones que se están realizando sobre artículos, revistas de justicia ancestral y los encuentros con los comités locales de justicia a nivel regional, municipal, para que se entiendan.

Hay que comentar también que se está proponiendo en la zona del Urabá el diálogo de saberes judiciales entre la justicia ordinaria y la justicia ancestral afro. Tendremos dos diálogos subregionales de saberes ancestrales, uno va a ser en Puerto Girón y el otro en Bocas del Atrato. En donde el comité local de justicia de Turbo va a escuchar cómo solucionan los problemas en el Consejo Comunitario y cómo podrían articularse con la justicia ordinaria.

En cuanto a legislación, tuvimos un vacío legal de más de 140 años, desde 1851, con la abolición legal de la esclavitud; desde entonces y hasta 1993, a partir de la Constitución del 91, con la ley 70, apenas allí vuelven a hablar de las comunidades negras. Entonces en ese vacío de casi 140 años no se habló ni se defendió ninguna causa a favor de los pueblos afro. Entonces qué bonito sería que las nuevas estudiantes del derecho empiecen a posicionar a los afro como un sujeto de interpretación de la valoración del ser y del qué hacer del sujeto colectivo del pueblo negro.

* El Ekobio Neil Quejada Mena es un afrosacerdote -que como se ve en esta nota es abanderado de las causas de los afrodescendientes en el país-. Es el director de la Corporación Centro de Pastoral Afrocolombiana, Cepac Urabá. Sus años de vida religiosa están también dedicados al estudio de la cultura afrocolombiana, a la religiosidad, a la literatura dedicada al tema afro en el país y destaca especialmente por su capacidad de liderazgo en procesos con jóvenes y en gestión de proyectos para el desarrollo de las comunidades.