Desde este martes entraron en vigencia los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos a China, Canadá y México, marcando una escalada en la guerra comercial liderada por el presidente Donald Trump. El mandatario republicano afirmó que «no hay margen» para evitar estas medidas, que habían sido anunciadas el pasado 3 de febrero y suspendidas por un mes en un intento de negociar soluciones a la migración y el narcotráfico.
China fue uno de los primeros en responder, imponiendo gravámenes a productos estadounidenses tras el aumento del 20% en los aranceles a sus exportaciones. En tanto, los vecinos de Estados Unidos también se vieron afectados con la expiración de la pausa en las tarifas aduaneras, lo que implica la aplicación de un 25% de impuestos sobre sus bienes, salvo los productos energéticos canadienses que tienen una tasa menor.
El gobierno de Trump argumenta que estas medidas son necesarias para incentivar la fabricación dentro del país. «Lo que tendrán que hacer es construir sus fábricas de automóviles y otras cosas en Estados Unidos», declaró el presidente.
La medida también responde a la presunta falta de acción de China, Canadá y México en la lucha contra la crisis del fentanilo y la migración irregular. Washington señala que estas naciones no han hecho lo suficiente para contener el flujo de estas problemáticas que afectan a Estados Unidos.
Ante esta situación, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, advirtió que su país ya tiene un «plan» para enfrentar las nuevas tarifas. Entre las acciones tomadas recientemente, el gobierno mexicano ha reforzado la seguridad fronteriza y extraditado a importantes capos de la droga en un intento de evitar sanciones comerciales.
Por su parte, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, calificó los aranceles como una «amenaza existencial», señalando que miles de empleos están en peligro. En respuesta, su gobierno anunció que, si las tarifas entraban en vigor, Canadá aplicará aranceles del 25% sobre 155.000 millones de dólares en productos estadounidenses.
Los efectos de esta guerra comercial ya han comenzado a sentirse en los mercados financieros, con caídas en las bolsas y advertencias de impactos en las cadenas de suministro de sectores clave como la automoción y la construcción. Asimismo, los consumidores podrían experimentar un aumento en los precios debido a las interrupciones en la producción y el encarecimiento de los productos importados.
El Consejo Empresarial Estados Unidos-China advirtió que estas medidas podrían perjudicar a las empresas, agricultores y consumidores estadounidenses, socavando la competitividad del país. A medida que la situación evoluciona, expertos alertan que las tensiones comerciales podrían seguir aumentando en los próximos meses.