Hoy, en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, recordamos la importancia de proteger a los niños y niñas de la explotación y el trabajo peligroso.
A pesar de los avances logrados en los últimos años, el trabajo infantil sigue siendo una realidad para millones de niños en todo el mundo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2020, 160 millones de niños entre 5 y 17 años se encontraban en situación de trabajo infantil, de los cuales 83 millones realizaban trabajos peligrosos.
El trabajo infantil tiene graves consecuencias para la salud, la educación y el desarrollo de los niños. Los niños que trabajan a menudo se ven obligados a abandonar la escuela, lo que limita sus oportunidades futuras. Además, el trabajo infantil puede exponer a los niños a peligros físicos, químicos y psicológicos, poniendo en riesgo su salud e incluso su vida.
En 1999, la comunidad internacional adoptó el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil (Convenio Nº 182) de la OIT, que prohíbe las formas más graves de explotación infantil. Hasta la fecha, 190 países han ratificado este Convenio, lo que demuestra el compromiso global con la erradicación del trabajo infantil.