Murindó, uno de los municipios más afectados por la pobreza en Antioquia, se encuentra nuevamente en la palestra debido a la crisis causada por las intensas lluvias que azotaron la región este mes. Este fenómeno meteorológico, que ocurrió la noche del 18 de marzo, dejó un saldo trágico: decenas de viviendas destruidas, animales muertos y cultivos arrasados, sumando una nueva tragedia a una serie de desastres que se han repetido durante décadas.

La furia del invierno, que ya es parte de la cotidianidad de Murindó, desbordó nuevamente las aguas del río homónimo, un evento recurrente que pone de relieve una problemática que ha sido diagnosticada desde hace más de 30 años: la urgente necesidad de reubicar el pueblo, cuya ubicación actual es insostenible y expone a sus habitantes a continuas tragedias naturales.

Desde 1992, se ha prometido la reubicación del municipio, pero hasta la fecha, el proceso no ha avanzado de manera significativa. A pesar de que en 2018 se aprobó una ordenanza que instaba al Departamento de Antioquia a iniciar con el traslado, aún se encuentra lejos de materializarse. La Gobernación de Antioquia ha señalado que se necesitarán al menos un año y medio más para llevar a cabo los estudios necesarios para determinar el reasentamiento de la población y gestionar la licencia ambiental que quedó pendiente desde el gobierno anterior.

Con este retraso, los habitantes de Murindó siguen viviendo en constante riesgo, mientras la necesidad de una solución definitiva se vuelve cada vez más urgente. Los esfuerzos para resolver este grave problema parecen dilatarse aún más, a pesar de que las condiciones que justifican la reubicación son cada vez más evidentes.

Por Yesalva