Más de 90 mil niños migrantes, muchos de ellos solos, llegaron a Necoclí y Turbo, Antioquia, en 2023 con la esperanza de cruzar la peligrosa selva del Darién y continuar su viaje hacia Norteamérica. Según Migración Colombia, más de 530 mil personas transitaron por Colombia durante el año pasado, y el 82% de ellas salieron por Necoclí y Turbo para cruzar el Darién. De este grupo, un alarmante 20% eran niños. Las principales nacionalidades entre los migrantes son venezolana, haitiana, ecuatoriana, china e india.

El viaje a través del Darién es extremadamente peligroso para los niños, niñas, adolescentes y sus familias. El trayecto puede durar entre 5 y 10 días, pero algunas familias tardan mucho más. Durante este tiempo, se enfrentan a riesgos y vulnerabilidades debido a las condiciones del terreno, el clima, la falta de servicios básicos y la presencia de peligros como animales salvajes e insectos. Las niñas, niños y mujeres embarazadas son especialmente vulnerables a estas condiciones, con un alto riesgo de enfermedades respiratorias, diarrea aguda y deshidratación extrema.

Los riesgos para los niños migrantes no solo se presentan en el Darién, sino también durante su tránsito por Colombia, especialmente en Necoclí y Turbo. UNICEF Colombia, en colaboración con su socio implementador 3 ISolution, realizó una encuesta a más de 442 migrantes en tránsito en estas ciudades. La encuesta reveló que el 20% de los encuestados notaron cambios de comportamiento en los niños migrantes, incluyendo problemas emocionales. Además, se identificaron casos de niños sin documentos, uniones tempranas, niños no acompañados o separados de sus familias durante la ruta migratoria, y el abuso sexual como una de las principales vulneraciones a las que se enfrentan.

Es crucial tomar medidas urgentes para proteger a los niños migrantes en el Urabá antioqueño y el Darién colombiano. Se necesitan acciones para garantizar su seguridad y bienestar durante su viaje, brindarles acceso a servicios básicos y atención médica, y combatir las diferentes formas de violencia y abuso a las que están expuestos. La protección de estos niños es un imperativo moral y un desafío que requiere la colaboración de todos los actores involucrados.