En un giro digno de serie política con guion improvisado, el presidente Gustavo Petro firmó el tan anunciado decreto que convoca a la Consulta Popular por la reforma laboral. El anuncio fue hecho, como ya es costumbre, desde su despacho digital favorito: la red X antes conocida como Twitter y hoy conocida como “boletín oficial alterno de la República”.

La movida presidencial viene con advertencia incluida: “Este decreto solo se deroga si el Congreso hace lo que debe y aprueba los puntos que vamos a preguntar en las urnas”, dijo Petro, en lo que podría traducirse como: “O me dan la reforma… o se la pido al pueblo”.

La pelota está ahora en el campo de la Corte Constitucional, que deberá validar si la consulta cumple con los requisitos. Mientras tanto, el Congreso camina por la cuerda floja entre la presión social, los tiempos legislativos y los hilos de X.

Por su parte, el ministro del Interior, Armando Benedetti, aseguró que el Gobierno aún tiene fe en que el Senado apruebe la reforma antes de que suene el reloj de medianoche (al estilo “Cenicienta legislativa”). Si eso ocurre, el decreto se deroga. Si no, ¡a votar se dijo!

“El presidente confía en el Senado”, afirmó Benedetti. Algunos aún lo hacen. Otros ya están desempolvando la cédula, el paraguas, y el debate eterno sobre si el pueblo vota por ideas o por emociones.

Mientras tanto, la reforma laboral sigue en la sala de espera… y Colombia, como siempre, al borde de la consulta y el suspenso constitucional.