Por: Yumar Londoño
El dilema del maltrato animal en escenarios de entretenimiento humano como lo son las corralejas, las peleas de gallos o de perros han estado en auge los últimos días debido a las fiestas que se han venido realizando en los diferentes municipios del país. Los medios de comunicación, algunos políticos y entes gubernamentales han alertado sobre los diferentes casos de maltrato que ha habido en el territorio nacional. En esta columna abordaremos todo lo relacionado con las corralejas; su historia, los comentarios a favor y en contra, lo que dice la ley al respecto y algunas cifras que hemos encontrado.
El origen de las corralejas tiene que ver sobre todo con la llegada del ganado a Colombia por la costa norte (Atlántico, Bolívar, Córdoba, Magdalena y Sucre) durante los tiempos de la colonia española. Con la llegada de ese ganado a estos territorios, se hizo muy común la práctica de las corralejas, algo que para ese entonces era parecido a la tauromaquia; pero, dicho “deporte” estaba prohibido por la monarquía en el “nuevo mundo” (América).
Hay lugares de Colombia en donde están prohibidas las corridas de toros o las corralejas, sin embargo, la ley de 2009 declaró Patrimonio Cultural de la Nación la Fiesta en Corralejas del 20 de enero en Sincelejo, debido a esto, sus defensores sostienen que estos eventos están protegidos por la ley. Sin embargo, también existen leyes que protegen la vida animal como la Ley 5 de 1972 o el Decreto 497 de 1973; del mismo modo existe la Ley 84 de 1989 o también llamado, el 𝗘𝘀𝘁𝗮𝘁𝘂𝘁𝗼 𝗡𝗮𝗰𝗶𝗼𝗻𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗣𝗿𝗼𝘁𝗲𝗰𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗔𝗻𝗶𝗺𝗮𝗹𝗲𝘀, las cuales también tienen un alto poder constitucional.
De entrada, es necesario decir que las corralejas no se deben incentivar, es más, no se debe incentivar cualquier espectáculo que conlleve el sufrimiento de un ser vivo. Muchas personas que están a favor de las corralejas demeritan los argumentos de los animalistas, acusándolos de “débiles” por no tolerar el sufrimiento animal. Pero, las corralejas en específico van más allá de un tema de animalismo; aunque han existido prohibiciones, las corralejas se siguen realizando en distintas zonas de Colombia, muchas de ellas en espacios precarios y sin condiciones mínimas de seguridad ni controles oficiales. Un claro ejemplo fue el que sucedió hace seis meses en el municipio de El Espinal donde un palco se desplomó y ocasionó la muerte de cuatro personas y dejó centenares de heridos.
Pero no solo es la precariedad de los escenarios lo que causa accidentes y muertos: decenas de asistentes han muerto en la arena corneados por el toro. En una temporada se llegaron a contar hasta 88 víctimas por heridas producidas por los toros durante las corralejas. Todos estos heridos los debe atender el hospital o clínica del lugar donde se realice el evento, lo que genera un traumatismo en el sistema de salud, a parte de lo que conlleva en lo económico tratar a alguien corneado.
A esto se suma la denuncia de organismos de defensores de los derechos de los animales, que piden que las corralejas se cancelen debido a que causan la muerte de muchos caballos, que son utilizados para torear y no llevan ninguna protección. Por otro lado, los toros son quizá los que mas sufren. En el desplome de El Espinal se hizo viral un video en el que se aprecia a un toro lleno de sangre, exhausto, sumamente estresado y con una pata fracturada. Dicho fragmento audiovisual generó mucha indignación, pero eso es lo que se ve. Antes de lanzar al toro a la arena, este debe pasar por una etapa de encierro, se les cortan y liman los cuernos y no se les proporciona comida ni agua.
En definitiva, mírese por donde se mire las corralejas son rentables para algunos pocos. Puede ser tradición para algunas personas, pero que sea tradición no significa que esté bien. Más allá de discursos animalistas, este negocio no es bueno para el Estado, no es bueno para los heridos, no es bueno para el sistema de salud y mucho menos es bueno para los caballos y toros que por un rato de diversión humana son sacrificados injustamente en nombre de una “tradición histórica o cultural”.