La selva amazónica de Brasil, la mayor del mundo, ha registrado una notable disminución de la deforestación en 2023, el primer año de mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien se ha comprometido a acabar con la tala ilegal para 2030.
Según los datos preliminares de satélite del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), la deforestación en la Amazonia brasileña se redujo un 49,9% con respecto al año anterior, pasando de 10.274 kilómetros cuadrados en 2022 a 5.153 kilómetros cuadrados en 2023. Se trata del nivel más bajo desde 2018, cuando se registraron 4.951 kilómetros cuadrados de deforestación. Sólo en diciembre de 2023, la deforestación cayó un 23% interanual, a 176,8 kilómetros cuadrados, según el INPE.
El Ministerio de Medio Ambiente atribuyó estos resultados positivos a los esfuerzos de inspección «decisivos» del Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), que aumentó un 106% el número de avisos de infracción emitidos por la agencia en el período.
«Este es el primer paso para alcanzar el objetivo de deforestación cero para 2030», afirmó el ministerio en un comunicado publicado en las redes sociales.
Lula, que asumió el cargo el 1 de enero de 2023, ha hecho de la protección de la Amazonia una de sus prioridades, tanto por su importancia ecológica como por su papel en la lucha contra el cambio climático. El presidente ha prometido restaurar 12 millones de hectáreas de bosque degradado y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil en un 50% para 2030.
Bajo el mandato de su predecesor, Jair Bolsonaro, la deforestación se aceleró en la Amazonia, impulsada por la expansión de la agricultura, la minería y la construcción de infraestructuras. Bolsonaro minimizó el problema y criticó a las organizaciones ambientalistas y a los países que le exigían más acción.
La deforestación de la Amazonia brasileña ha generado una gran preocupación internacional, ya que este ecosistema alberga el 10% de la biodiversidad del planeta y es esencial para regular el clima global. Según algunos científicos, la Amazonia podría estar cerca de un punto de no retorno, en el que perdería su capacidad de regenerarse y se convertiría en una sabana seca y degradada.